martes, 15 de noviembre de 2016

Leeremos y reeleremos "Villa Diamante" de Boris Izaguirre


Resultado de imagen de villa diamanteNo deja de ser curioso considerar la cantidad de palabras que los críticos necesitamos para llamar la atención sobre autores de peso que atesoran esforzadas carreras y mucho olvido, y qué pocas hacen falta para reconocer de inmediato a este antiguo cronista de sociedad venezolano, guionista de telenovelas, marciano crónico, showman televisivo, tan capaz de serenidad y glamour como de cruzar la línea del mal gusto. Hace mucho que Boris Izaguirre (Caracas, 1965) es en España tan persona como personaje, o mejor: hace mucho que supo hacerse un personaje. A la hora de juzgar Villa Diamante (finalista del premio Planeta 2007) podría uno dejarse envolver por un par de prejuicios: el carácter comercial del galardón, y la fama de “frívolo” que acompaña al autor del libro. Sin embargo, los lectores no encontrarán en las casi 500 páginas de Villa Diamante un relato frívolo, banal, escrito con prisas o descuido. 

Sorprende desde el inicio encontrarse ante una historia terrible que cubre medio siglo de la convulsa historia de Venezuela y que arranca en la navidad de 1937, cuando unos hombres violentos entran por la fuerza en la mansión de una familia rica de Caracas afín al recientemente derrocado dictador Gómez. Esta puesta en escena, teatral e impactante, su ceremonia de la destrucción, y el talento de Izaguirre para el suspense y la eficacia narrativa (años de guionista), hará que quedemos enganchados en los observadores ojos de una niña (Elisa), con la que recorreremos el libro hasta su edad anciana, viajando, de paso, por un buen pedazo de la historia reciente de Venezuela. La caída en desgracia de esta familia hace que ella y su hermana Irene sean “acogidas” (anexionadas, expropiadas) en la gran casa de los vecinos Uzcátegui, que en adelante se ocupan de su “buena educación”. Será el verdadero comienzo de todo: un mundo tan confortable como terrorífico: una tragedia que poco tiene de glamour de lentejuelas y que -en sus mejores páginas- lo emparenta con otras muchas historias terribles contadas por autores hispanoamericanos. 

Existe, pues, un Boris Izaguirre interior, serio y concentrado junto al exterior, jocoso y chispeante. Es capaz de escribir con un aplicado realismo que se permite algún guiño al realismo mágico y define al extremo los personajes. Este buen acabado alcanza también a sus dos grandes retratos de monstruos (el padrastro y cruel fascista Gustavo Uzcátegui y el Jefe de las Fuerzas de Seguridad de Venezuela, Pedro Suárez). El buen conocimiento de los modos de hablar que posee Izaguirre ofrece diálogos de impecable factura, y su oficio de cronista de sociedad brilla al describir las reuniones de la alta sociedad de Caracas: su charla insustancial, las detalladas comidas, vestuarios, costumbres... No puede obviarse la (querida) propensión de Izaguirre hacia la telenovela y hacia una prosa “afrutada”. Se trasluce en muchas de sus páginas (Hugo o el joven Mariano son perfectos galanes), pero se diría que ha sabido poner estos ingredientes al servicio de una compacta narración que sólo entra en crisis en algunos tramos de la obra, con la aparición de un personaje (en mi opinión) innecesario para la trama: el travestido Joan en la parte de Isla Trinidad, que reaparece al final -de modo un tanto forzado- en Venezuela. Gran acierto la inclusión de otro personaje: el famoso arquitecto Gio Ponti, figura que termina siendo querida e importante.

Humillaciones, amores y sueños imposibles, verdades silenciadas, golpes de Estado, caciques y generalillos varios, abusos de poder, oportunistas, manos sucias... pero es también una historia sobre la fortaleza personal, la reinvención de uno mismo tras cada daño, la necesidad de purificación y perduración. Quizá lo más logrado sea el tremendo ambiente de amenaza, la brutalidad de fondo cernida sobre las vidas individuales (sobre lo bello, inocente, frágil, o justo), que deja en promesa todo futuro, incluido el de esa gran nación en perpetuo recomienzo llamada Venezuela. 


Boris Izaguirre. Foto: Quique García

Fuente: www.elcultural.com (15/11/2007)

4 comentarios:

  1. Buenos días;

    Muy intensa y con episodios verdaderamente dramáticos esta parte del libro.

    El autor ha sabido transmitir al lector todo el sufrimiento y la angustia de Ana Elisa y su madre en el sanatorio.


    La capacidad que desarrolla para aislarse de lo que le rodea y ser capaz de recuperarse del terrible episodio del parto, tener el valor de acudir a casa de los Uzcategui enfrentarse a ellos y con apenas quince años marcharse en busca de una nueva vida.
    A mi personalmente es la parte que más me ha impresionado.Es increible
    la capacidad que tenemos a veces los seres humanos para crecernos ante la adversidad.

    Estoy encantada de tener la oportunidad de leerlo de nuevo y escuchar nuevos comentarios y opiniones de las compañeras y compañero de este año. Un saludo.








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  2. Buenos días. Sigue adelante " Villa Diamante " ahora con Elisa como eje central de la trama, acompañada , protegida y querida por Hugo.

    Sorprendente su vuelta a Venezuela y su encuentro con las personas que tanto daño le causaron en el pasado. Admirable su capacidad de superación de todos los miedos que eso le produce.

    El autor nos relata y nos describe, entremezclado con la historia de Elisa, la situación política y social que vivía Venezuela, la corrupción de una sociedad en decadencia que prefería traer al país mano de obra europea en vez de ayudar a la población propia a salir adelante.

    Me gustan mucho las cartas que Ana Elisa le escribe a Gio Ponti y la forma en que le va contando lo que está sucediendo a su alrededor.

    Bueno y la entrada de Pedro , desnudo ,en la habitación de Mariano y la descripción que hace Boris ¿ que os ha parecido?.

    Nos vemos en un rato

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  3. Villa Diamante es una novela llena de expresiones y palabras que la hacen viva. En mi opinión, el autor puede ser un personaje famoso conocido por su carácter alegre pero admiro como escribe de forma seria y dura en una narrativa como esta. Uno se envuelve en su historia. Y una historia muy cuidada como los personajes protagonistas. Me ha gustado mucho Elisa, y el arquitecto Gio Ponti. Me ha gustado también la época que refleja en los años 60 con el apunte histórico-político de Caracas. En conclusión no tengo ningún 'pero'. El juego de los sentimientos sacude al lector y me refiero en concreto, a la muerte de la madre de Ana Elisa, tremendo momento cuando ella se enfrenta a las últimas palabras de su madre. O la construcción de la misma 'villa diamante' que uno se imagina como una mansión o palacio al que no le puede faltar 'la palmera'. La lectura ha sido muy entretenida y bella y le doy una nota alta.

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  4. Buenos días.

    Leer "Villa Diamante" ha sido una muy buena experiencia.
    Es una historia que te atrapa de principio a fin. Describe con maestría , quizá a veces un poco en exceso, la vida y el entorno de unos personajes que tienen en común su infelicidad y sus miedos,incluso Pedro Suárez, que parece intocable, siente pánico cuando el pobre hombre al que está torturando le dice en su último suspiro "van a descubrirte asesino" (pag 403).

    El autor avanza 30 años en el tiempo y nos presenta el final con una Elisa que se ve reflejada en el personaje de una película y sola con sus recuerdos en la casa que le diseñó Ponti y que ella ve ahora "como un museo de objetos de personas que ya no respiraban" (pag 478).
    Un saludo

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