jueves, 21 de diciembre de 2017

Y en Navidad, como lectura voluntaria leeremos "Todo esto te daré" de Dolores Redondo


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Desde que publicó El guardián invisible en 2013, Dolores Redondo (San Sebastián, 1969) tiene la impresión de haber encadenado un sueño tras otro. Primero fueron las sucesivas entregas de la Trilogía del Baztán, que han cautivado a cientos de miles de lectores, luego la película basada en su opera prima -que se estrena en marzo- y, ahora, el Premio Planeta con Todo esto te daré.
Esta vez le ha caído el Gordo...
Sí, lograr el Planeta es casi un sueño de adolescencia por todo lo que representa tanto para mí como para mi padre, mis hijos o mi pareja. Pero lo más importante del premio va a venir ahora. Yo tengo mis lectores, pero este galardón te abre a un público mayor, a una franja distinta. Muchos de quienes no se atrevieron con la trilogía por su etiqueta de negra, que podían asociar a sangre y vísceras, quizá ahora se animen a leerme. El Planeta allana el camino, y el premio verdadero será cada lector que gane y que me siga después en otras historias.
La dotación del premio tampoco es menuda, aunque Hacienda se quede con la mitad.
Ya le he dicho a Montoro [bromea, aunque sólo a medias] que su 49% lo dedique a hospitales, profesores, policías y sueldos de funcionarios, no a otras cosas.
Parecen inspirarle los paisajes hostiles, de cielos encapotados. Después del valle navarro del Baztán, la Ribeira Sacra en "Todo esto te daré".
Me atraen las tierras del norte en general, pero especialmente los espacios exigentes, capaces de exprimir a los personajes hasta sacar lo mejor y lo peor de ellos: desde el compromiso profundo con el lugar hasta la hostilidad o el rechazo. Los habitantes de estos sitios son duros y fieros como vikingos, viven como héroes; sólo hay que pensar en quienes se desollaban las manos y las rodillas vendimiando en las abruptas laderas de la Ribeira Sacra.
Su libro invita a reflexionar sobre el dolor y el sufrimiento, que no siempre son sinónimos.
Así es, y también sobre el dolor que se enseña y el que se lleva por dentro, el público y el otro. Depende de por qué te toque sufrir, el dolor puede ser también vergüenza, lo que aumenta el sufrimiento porque no puedes dejarlo salir. A Manuel, el protagonista, le ocurre que se ve obligado a poner un tapón en lugar de dar rienda suelta a su dolor; ni siquiera puede llorar, no puede dejar salir eso que le ahoga por dentro.
Tengo entendido que la historia de esta novela (un hombre recibe la noticia de que su marido ha muerto en un lugar donde no debería estar) le rondaba desde los tiempos de El guardián invisible. ¿Por qué se decidió por iniciarse en el mundo editorial con la Trilogía del Baztán?
Fue mi pareja quien me dijo que era demasiado arriesgado. "Deja que te conozcan primero", me aconsejó, con buen criterio. Es verdad que algunos temas de este libro son peliagudos, comenzando por la homosexualidad, aunque no me centro en la salida del armario sino en un trauma que no es exclusivo de los homosexuales. Ésta es una novela para quitarse prejuicios. Por eso confundo voluntariamente al lector situándole ante personajes fáciles de etiquetar pero que resultan otra cosa; el mismo proceso lo viven los propios personajes del relato.
¿Le parecía una novela que podía levantar alguna ampolla?
En cierto modo. Pensaba que estos temas podían no estar tan normalizados y que presentar el libro al Planeta quizá no fuera afortunado. El premio demuestra valentía porque la literatura tiene que abrir caminos, ir de rompehielos.
En primavera se estrena la versión cinematográfica de El guardián invisible, en cuyo guión ha participado. ¿Qué feeling tiene con ella?
Tengo buena impresión, no sólo porque aceptaron bastantes de mis consejos -lo que siempre se agradece-, sino también por otros detalles. Por un lado, vi a la actriz Marta Etura con ojeras y los labios azules, pero no por efecto del maquillaje sino por el frío y la lluvia incesante. Las escenas de los bosques rodadas con drones transmiten toda la fuerza y la peligrosidad de un lugar donde te pueden pasar cosas y eres un ser muy vulnerable. Por último, es un acierto la banda sonora, encargada al compositor de Lo imposible, Fernando Velázquez, e interpretada por la Orquesta Sinfónica de Navarra y el Orfeón Pamplonés.
Dígame lo que todo el mundo quiere oír: Amaia Salazar vuelve...
Claro, la trilogía sigue y, de hecho, ya he comenzado a pergeñar la próxima novela. Siempre empiezo una antes de que se publique la anterior: necesito saber que al volver a casa tengo trabajo que hacer, mantener la rutina de escribir en medio de promociones y actos varios, que pueden descentrarte sobre todo si, como me pasó con las de Baztán, la repercusión crece tantísimo entre una novela y otra. Y a partir de ahora, nada de fiestas ni saraos [bromea con su responsable de prensa]. ¡A escribir!
 
Fuente:
www.elmundo/cultura
04/11/2016

martes, 12 de diciembre de 2017

En el club de lectura del miércoles estamos leyendo "Música para feos" de Lorenzo Silva


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Una pareja improbable vive una breve historia de amor al ritmo de esas canciones viejas y nuevas que a todos acompañan.

Dice el tópico que el amor puede surgir en cualquier parte y que no hay barrera -ni edad, ni clase social- que pueda frenarlo. La última novela de Lorenzo Silva narra una de esas historias: la de una periodista al borde de los 30 años que trabaja en producción para un programa basura de la TV y un militar que ha estado destinado en misiones en puntos muy conflictivos del planeta. Se conocen una noche en un local de moda en el que ninguno de los dos se siente a gusto y salta la chispa pese a que hay una diferencia de edad notable y a que nadie diría, a priori, que forman una pareja perfecta. En realidad, nadie apostaría un euro porque llegaran a formar una pareja.

La novela tiene partes claramente diferenciadas: la primera es la del contacto, el conocimiento y la relación. La segunda es la de la distancia, la de la comunicación a través de ‘skype’, la duda y la pasión macerada por el paso del tiempo. En esas dos está el mayor interés de una novela que se lee con gran facilidad porque no es difícil identificarse de alguna manera, en alguna medida, con los protagonistas, sus peripecias pasadas y su forma entre escéptica e ingenua de ver la vida. La tercera parte, cuya trama no puede desvelarse, cambia el rumbo del relato y también en cierto sentido el carácter de la novela.
La relación de la pareja protagonista se va perfilando al ritmo de algunas canciones, con estrofas de las mismas como mensajes cruzados entre los protagonistas. Incluso hay una lista que figura al final, para que el lector pueda construirse su propia banda sonora. Una buena idea: todas las vidas, no solo las de los protagonistas, tienen su propio mundo de canciones.




 Por César Coca
 Fuente: www.elcorreo.com
23 de Abril 2015