
. “Ordenó construir esta fortaleza y servirse de ella como refugio de los obedientes el emir Abd al-Rahman...” así reza parte de una de las inscripciones fundacionales de la Alquásaba o Alcazaba de la ciudad de Mérida que ha llegado hasta nuestros días. Este es el punto final de una novela centrada en un periodo tan interesante de la Historia de España como es la Reconquista. De nuevo, Jesús Sánchez Adalid une con maestría lo histórico y lo individual, generando un entramado de sentimientos y realidades, que convierten sus novelas en un fascinante transcurrir de acontecimientos personales, con el telón de fondo de los hechos que se encuentran enclavados en la Historia.
Mérida, el cercano pueblo de Alange y la capital califal, Córdoba, son los escenarios principales de lo que se narra. Con el levantamiento de los emeritenses contra el opresor puño del emir Abderrahman II, la ciudad marca su destino durante los siguientes años. A la tensión propia de una situación como ésta, hay que sumarle la convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes. Una convivencia difícil, compleja, y guiada por los intereses de cada grupo en cada momento, echando por tierra el paradigma de la buena vecindad y armoniosas relaciones, casi cual locus amoenus, entre las tres culturas, que tan de moda se ha puesto en los últimos años.
Es indiscutible la destreza con la que los diferentes pasajes nos guían a lo largo de este laberinto de historias e Historia, destacando como se superponen los dramas y las alegrías personales, con las distintas páginas históricas. Se pone de manifiesto de esta manera lo que subyace bajo lo que queda para la posteridad, esos sucesos personales que nunca ven la luz, pero que pueden llegar a ser determinantes, en ciertas ocasiones, para el transcurso de los acontecimientos de relevancia.
Ahora, después de que en otras novelas Sánchez Adalid colocase en primer plano ciudades de su Extremadura natal, como Plasencia, el protagonismo de Alcazaba lo comparte Mérida con el municipio de Alange, donde en la actualidad el autor ejerce su labor pastoral. Ya la portada del libro nos traslada al castillo del Señor de Alange, allá arriba, en la cima del Cerro de la Culebra, y, a sus pies, el ejército del emir de Córdoba después de sufrir una dolorosa derrota en Toledo. También los míticos baños de Alange, cuyas aguas termales ya usaron los romanos, y los árabes, tras experimentar los efectos beneficiosos de las mismas, hicieron que esa agua de Alá diese nombre al pueblo. En esos baños, entre la neblina de las aguas termales y los haces de luz que tratan de traspasarla, surgirá el amor y la pasión.
Una vez más lo paisajes, los oficios típicos y las gentes, son objeto de una minuciosa descripción que facilita a la imaginación el volar hasta esos lugares que se nos describen. Pasearemos por las intrincadas calles de la ciudad de Mérida, iremos a practicar la cetrería con el entonces todopoderoso emir y, sobre todo, contemplaremos diversos paisajes naturales, con detalle, de todos los sitios por los que pasemos. También, como en ocasiones anteriores, al finalizar la novela propiamente dicha, se encuentran las explicaciones históricas e incluso arqueológicas que ayudan a que el lector localice con acierto los acontecimientos narrados. La obtención del prestigioso Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio da buena cuenta de la calidad y talento que encierra la nueva obra de Jesús Sánchez Adalid, siendo Alcazaba imprescindible para cualquier apasionado de la novela histórica.
Por Jorge Pato García
Fuente: www.elimparcial.es
22 abril de 2012